Tu visión de liderazgo es una herramienta poderosa, especialmente para dar forma al futuro del trabajo. La mentalidad que practicas hoy repercutirá en las personas que diriges, preparándolas para conquistar lo que está por venir.
“La mentalidad de liderazgo adecuada es lo que hace posible administrar y cambiar una empresa simultáneamente”, dice Margie Warrell, una autoridad mundial en liderazgo. "Cuando otros se sienten perdidos, los líderes están preparados para aceptar la ambigüedad y liderar con confianza a sus equipos".
Como líder, estableces el tono en tu equipo. ¿Estás siendo intencionalmente proactivo y estableciendo un tono positivo, o estás reaccionando a cómo se comportan los demás y amplificando las emociones negativas? Dicho de otra manera, los líderes deben ser el termostato, no el termómetro. Un termostato fija la temperatura; un termómetro simplemente lo lee.
Las emociones impulsan el comportamiento y son contagiosas. Por mucho que nos guste creer que la lógica y el pensamiento racional impulsan el comportamiento, la verdad es que las personas reaccionan al tono emocional de su entorno. Consideremos el clima empresarial actual, que se caracteriza por rápidos cambios y disrupciones. Por un lado, hay una sensación de ansiedad y presentimiento. Pero, por otro lado, existe una oportunidad increíble.
Los líderes que actúan como termómetro pueden “detectar” esa ansiedad y presentimiento y amplificarlos. Los líderes que actúan como termostato están conectados con el panorama emocional de su organización, pero no son rehenes de él. Están estableciendo de manera proactiva una visión audaz y estimulando equipos en torno a un propósito compartido. Fomentando un ambiente de positividad, entusiasmo y potencial.
Cuando el ritmo del cambio fuera de una organización excede el ritmo del cambio interno, esa organización no podrá mantener una ventaja competitiva. Ampliar el aprendizaje continuo a través de diferentes funciones es lo que recupera esta ventaja; y los líderes deben ser un modelo a seguir con una mentalidad de aprendizaje.
Se trata de convertirse en una organización de aprendices, no de sabelotodo; las personas deben estar entusiasmadas por descubrir nuevas formas de hacer las cosas. Básicamente, priorizan la curiosidad sobre la inteligencia. Esto significa que, en lugar de intentar resolver todo por sí mismos basándose en el conocimiento existente, permanecen abiertos a nuevas posibilidades, invitando a otros a sentarse con ellos.
Las personas ágiles crean empresas ágiles. Las personas con alta agilidad de aprendizaje ascienden dos veces más rápido que sus pares. Cuando los líderes adoptan la agilidad del aprendizaje, preparan el escenario para que todas las personas de la organización la adopten, liberando su verdadero potencial.
La confianza en uno mismo es, cuán seguros estamos de quiénes queremos ser, los valores que nos definen, cómo queremos liderar a los demás y cómo nos presentamos.
A medida que se avanza en la carrera, se enfrenta una mayor presión desde todas las direcciones. Algunos líderes son fácilmente arrastrados de un lado a otro, dependiendo de cómo sople el viento. Este liderazgo incierto puede exacerbar la confusión interna y el caos en períodos de agitación y cambio. Por el contrario, cuando se practica la confianza en uno mismo, basado en valores fundamentales y operando con un profundo sentido de integridad, el equipo puede confiar en que su líder se presentará de manera sólida, infundiendo confianza y optimismo en períodos turbulentos.
En el clima empresarial actual, la gente no sigue ciegamente a los líderes. Necesitan ver el verdadero norte de un propósito encarnado: el “por qué” del viaje. Practicar la confianza en uno mismo lo hace posible. Operar desde un lugar de optimismo fundamentado ayuda a las personas a ver que el éxito es alcanzable, a pesar de la enormidad de los desafíos que tenemos por delante.
