El ritmo y el volumen de trabajo han aumentado exponencialmente y todos estamos luchando bajo su peso. Los líderes y empleados están ansiosos por que la IA ayude a aliviar la carga. La IA promete abordar esa responsabilidad permitiendo a los empleados concentrarse en el trabajo más significativo. Aumentar la productividad, optimizar las tareas repetitivas y aumentar el bienestar de los empleados son las tres cosas principales que los líderes esperan de la IA. En particular, en medio de los temores de que la IA reemplace puestos de trabajo, la reducción de la plantilla ocupaba el último lugar en la lista.
Es por eso que los líderes empresariales deberían introducir la IA a los empleados en forma estratégica, capacitándolos sobre casos de uso, beneficios y limitaciones de la tecnología. Esto puede aliviar la aprensión en el lugar de trabajo en torno a la tecnología de moda y permitir su adopción exitosamente.
La IA marca un nuevo modelo de interacción entre humanos y computadoras. Hasta ahora, la forma en que hemos interactuado con las computadoras ha sido similar a cómo interactuamos con una calculadora: hacemos una pregunta o damos instrucciones y la computadora proporciona una respuesta. Pero con la IA, la computadora es más bien un copiloto. Necesitaremos desarrollar juntos un nuevo tipo de interacción, aprender cuándo y cómo hacer preguntas y sobre la importancia de verificar las respuestas.
El miedo es una reacción natural al cambio, por lo que es comprensible que los empleados sientan cierta incertidumbre sobre lo que significará la IA para su trabajo. Al fomentar una cultura de la curiosidad, podemos capacitar a la gente para que comprenda cómo funciona la IA, incluidas sus capacidades y sus deficiencias. Esta comprensión comienza con la experiencia de primera mano. Impulsar a los empleados a poner la curiosidad en acción experimentando (de forma segura) con nuevas herramientas de inteligencia artificial, como búsqueda impulsada por inteligencia artificial, asistencia de escritura inteligente o calendarios inteligentes, por nombrar solo algunas. A partir de ahí, los empleados pueden empezar a descubrir nuevas formas de trabajar.
La IA cambiará casi todos los trabajos y casi todos los patrones de trabajo pueden beneficiarse de algún grado de aumento o automatización de la IA. Como líderes, ahora es el momento de alentar a nuestros equipos a aportar creatividad para reinventar el trabajo, adoptando una estrategia de prueba y aprendizaje para encontrar formas en que la IA pueda ayudar mejor a satisfacer las necesidades del negocio.
La IA no siempre acierta, pero incluso cuando está mal, es útilmente incorrecto, es decir, nos lleva al menos un paso delante de la hoja en blanco, y saltar directamente al trabajo de pensamiento crítico de revisar, editar o aumentar. Tomará tiempo aprender estos nuevos patrones de trabajo e identificar qué procesos deben cambiar y cómo. Pero si creamos una cultura en la que la experimentación y el aprendizaje se consideren requisitos previos para el progreso, llegaremos a ese objetivo mucho más rápido.
A menudo se escuchan preocupaciones de que la IA será una muleta, ofreciendo atajos y soluciones que, en última instancia, disminuirán la innovación y el compromiso. El potencial de la IA es mayor que eso y se convertirá en una ventaja competitiva para quienes la utilicen con prudencia. Estos se convertirán en los empleados más comprometidos e innovadores.
El valor que se obtiene de la IA es tan bueno como lo que se aporta. Las preguntas simples darán como resultado respuestas simples. Pero las preguntas sofisticadas y que invitan a la reflexión darán como resultado análisis más complejos e ideas más amplias. El valor pasará de los empleados que tienen todas las respuestas correctas a los empleados que saben cómo hacer las preguntas correctas. Las organizaciones del futuro darán prioridad a los pensadores analíticos y solucionadores de problemas que puedan razonar eficazmente sobre el contenido generado por IA.
Una mentalidad de aprenderlo todo nos llevará mucho más lejos que una mentalidad de saberlo todo. Y si bien la curva de aprendizaje del uso de la IA puede ser desalentadora, es un músculo que debe desarrollarse con el tiempo y que deberíamos comenzar a fortalecer hoy.
El cambio de plataforma hacia la IA está en marcha. Y si bien promete transformar el trabajo y brindar a las organizaciones una ventaja competitiva, lograr esos beneficios no es posible sin una cultura que acoja la curiosidad, el fracaso y el aprendizaje.
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