Días apasionantes por logros alcanzados o días de caos y estrés por problemas o presión por reuniones clave. Así es un día cotidiano en el ecosistema de los negocios, en todas las áreas y en todos los niveles jerárquicos. La fase en la que únicamente era necesaria la inteligencia junto con la educación institucional, se ha superado ampliamente. Hoy es necesario contar con una serie de habilidades ‘extra’ que se sumen a las ya planteadas para desempeñar exitosamente la vida profesional.
La nueva versión del líder se aleja de las habilidades convencionales, y también lo reconoce en su equipo de trabajo. En plena revolución digital, el ejecutivo debe tener un enfoque dirigido totalmente a la innovación, y lo más importante admitir que la Inteligencia Emocional (IE) es un valor agregado muy alto, que permite tomar decisiones conscientes y adecuadas.
A medida que las nuevas tecnologías automatizan tareas más tradicionales y rutinarias, los ejecutivos y empleados reconocen que las habilidades de inteligencia emocional, como la autoconciencia, la autogestión, la conciencia social y la gestión de relaciones, serán un requisito clave para el éxito en los próximos años.
Si las empresas no lo integran como una necesidad requerida en el reclutamiento y en la capacitación para desarrollar habilidades relevantes entre sus empleados, esto dejará a muchas compañías incapaces de obtener los beneficios que ofrece la Inteligencia Emocional (IE) en términos de satisfacción del personal, generación de ingresos, menor desgaste, reducción de errores y reducción de costos.
Las organizaciones que tienen empleados con alta inteligencia emocional están obteniendo beneficios significativos. Los principales beneficios cuantitativos incluyen una mayor productividad, mayor satisfacción de los empleados y una mayor participación en el mercado.
El retorno de inversión tomando en cuenta los efectos sobre ingresos, productividad, costos y el desgaste, son reales, se calcula que las organizaciones que realicen una inversión sostenida en Inteligencia Emocional (IE), verán un retorno de la inversión de entre 2.2x y 4.4x.
Para Obtener estos beneficios, los líderes deberán integrar en las diversas prácticas de sus organizaciones la Inteligencia Emocional (IE) y adoptar enfoques ascendentes y descendentes para crear una fuerza laboral de IE elevada mediante modificaciones a los procesos existentes. También se deberá crear una cultura que valore la IE y se esfuerce por la mejora continua. Destacando cuatro áreas clave en las cuales los negocios deben enfocarse para construir una fuerza laboral más emocionalmente inteligente:
En un mundo cambiante en que la Inteligencia Artificial y la automatización avanzan rápidamente, la incertidumbre de la fuerza laboral hacia sus propias habilidades y aptitudes están en aumento, lo que provoca una cultura de trabajo inestable y en el escenario extremo ambientes tóxicos, que detienen la productividad, ganancias y crecimiento. La inteligencia emocional se ha transformado en una habilidad imprescindible, además de un nuevo agente en la carrera hacia el desempeño y competitividad entre empresas y mercados.
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